Familia Correa

Administrador Galvez
Written by Administrador Galvez. Posted in Reportajes on 18 April 2016.
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familia-correaFamilia Correa

     El año pasado estudié en Santiago de Chile por seis meses. Todos los fines de semana mi mama chilena- Rosa Correa, me enseñaba a tejer y me relataba cuentos de su niñez, su familia y sobre su adolescencia durante los años de dictadura en Chile. Pero esta historia me la contó su madre Ida Correa una tarde cuando la fuimos a visitar en Rancagua.

La Sra. Correa me contó:

     No siempre éramos pobre, había un tiempo cuando conocimos el mundo adinerado. Siempre pensábamos que si tuviéramos un poco más de dinero, todos nuestros problemas podrían ser resueltos.   Al contrario el dinero fue el manantial de nuestra ruina.

     “Mi esposo Rafael era un hombre muy humilde y pobre- al menos así fue como yo lo conocí. Toda su vida se partió su espalda trabajando como minero aquí en Rancagua- que está a dos horas de Santiago de Chile. Fue aquí en Rancagua en donde conocí a Rafael y nos casamos después de un año de noviazgo. Empezamos una familia y tuvimos cuatro hijos. Éramos pobres pero al menos estábamos feliz.

     Después de diez años en las cuevas de carbón Rafael estaba harto de la miseria de sueldo que le pagaban y las condiciones en que los exponían. Las viudas de los mineros me contaban que primero  comenzaban a toser y después sus pulmones se volvían negros. Cada semana las minas se tragaban a los mineros  y mandaban sus almas al purgatorio.  Me preocupaba tanto por él, pero sus chistes y su risa era lo único que me aseguraba que estaba sano.  Yo sabía que solo era una cuestión de tiempo hasta que sus pulmones se deterioren o sino peor que las minas se lo tragaran.

     Una tarde en marzo del 78’ fuimos al mercado de La Vega y allí  Rafael se encontró con dos inversionistas extranjeros de Alemania. Ellos estaban en busca de establecer un método de transportación para transportar el carbón a la ciudad por ferrocarril. Mi esposo no perdió tiempo y les ofreció  la oportunidad de introducirlos a su jefe y compañía. La única condición que les puso fue que si iban a comprar la compañía, que le aumentaran el sueldo a los mineros.

     Solo queríamos que le pagaran suficiente para cubrir los gastos mensuales y la matrícula de los niños.  Y a los dos meses de ese encuentro, Rafael fue promovido como gerente de proyectos y gestión.  Con el sueldo que le dieron hasta podíamos comprar la escuela si queríamos. Pero Rafael solo quería ayudar a su familia y amigos. Con el dinero que tuvimos, Rafael les compró casa, coche y ropa a toda su familia y amigos cercanos. No había nadie que no recibía algo de Rafael en ese tiempo. Rafael hasta tiraba fiestas cada fin de semana para su vecindad. Todo con el hecho de quedarse bien con todos.

    A pesar de que tenía buenas intenciones la verdad es que mi querido esposo no supo cómo manejar su dinero.  Y como lo iba hacer si toda su vida no tenía ni un quinto para salvar. A los dos años se acabó el carbón en las cuevas de Rancagua y con ello también el sueldo. Los alemanes se mudaron a Concón otra ciudad fuera de Santiago y dejaron a Rafael en el mismo estado cuando lo encontraron- pobre.  

    Perdimos todo.   Nadie, ninguna familia ni si quiera todos esos amigos que hicimos con el dinero nos vinieron a ayudarnos. Triste, decepcionado y avergonzado Rafael  decidió abandonarme y me dejó viuda.  La muerte no se lo llevo, él se decidió ir.  Después de todo esto, lo que daría para que mejor se lo hubiera tragado las minas. Al menos así se hubiera ido como trabajador y no como cobarde.

     Después de su muerte no me volví a casar, sola con todos mis hijos vendimos churrascos, italianos, y sopapilla todos los días enfrente del estadio nacional. Con los años fui ahorrando hasta que abrí mi propia tienda de costura y arreglos. Allí fue donde Rosita comenzó a tejer y ahora mírala es ingeniera y modista. Si alguien te va ensenar a coser es ella.  Y así con solo una pregunta aprendí como mi madre chilena aprendió a coser y el relato de Rafael Correa, el hombre que siempre tenía una vela prendida en la sala de mi casa chilena pero nunca fue mencionado.

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